Entrevista al poeta Luis Moreno Villamediana, por Jesús Montoya
¿De dónde viene esa exploración de los textos como residuos de un lenguaje corporal?
Creo que deriva de un convencimiento: la escritura es la versión fantasma de uno mismo. Pero el “original”, el cuerpo que le sirve de patrón, es una cosa borrosa, de torpes movimientos. Los textos, en mi caso, repiten a su modo mis defectos visuales, mis problemas de cadera, mi modo de caminar (bastante tentativo), mi pésima postura. Supongo que lo escrito termina por ser el lenguaje espectral de una sombra.
¿Es la poesía, por sus distintas posibilidades, un género que permite la integración de otros; incluso en lo referente a otras manifestaciones artísticas?
Sí, la poesía dejó hace mucho tiempo de ser la manifestación redundante de sus propios hallazgos y de un lenguaje sublimado y fósil.Muchos escritores agudos habían admitido la posibilidad de ampliar el rango de materiales, estructuras e influencias de la poesía. La pluma de ave que aún muchos diseñadores ponen como símbolo de la escritura es un anacronismo: quiere revalidar unos tiempos de falsa pureza, cuando lo poético tendía a definirse como un orden clausurado de imágenes, experiencias, estrofas, giros verbales. La literatura se ha vuelto un espacio transexual, digamos, donde cabe la presencia de montones de pasiones y máscaras.
¿La obra poética contemporánea es siempre una obra que evoca una sensación de permanecer inacabada?
Para mí, las mejores se mueven por oposición a los discursos que buscan convencernos de que el universo de la literatura está cerrado. Me interesan más los textos poéticos que operan sin nostalgia un desvío sobre la tradición, que saben que el barniz de lo acabado es ficticio, que parecen prolongarse, siquiera ilusoriamente o con engaños. Son las obras que nacen como una Venus de Milo ya sin brazos.
¿Qué piensas de la traducción como género literario?
A veces pienso que la traducción es como un hospital psiquiátrico sin autoridades: por sus patios andan sueltos los delirantes, los confusos, los que están cuerdos a medias, los que entraron por error. Allí se pone a prueba la propia abundancia patológica de la literatura, que no puede reducirse a un vocabulario, ni a una repetición única, ni a un código hermenéutico. La traducción se mueve en un espacio tan libre como el del texto base y con ello confirma su condición de perpetua extranjera enajenada.
¿Qué rescatarías del universo de El edificio fantasma?
Ese libro habita en un punto anormal para mí. Literalmente soñé algunas de sus imágenes, se impuso como una realidad ilustrada. El lenguaje que uso en él es distinto al de otros textos: más narrativo y sintético. Me imagino que la literatura infantil tiene modales que me contradicen, y eso me atrae, porque me enfrenta a otra versión de la escritura. El edificio Fantasma es una variante más de mis tics.
Un poema inédito
15
Ya estoy muerto para escribir de mí. Muerto para el verbo
Conjugado en Yo muerto.
Ya. Ahora sólo resta inventarse un sujeto
De sí, algo que pueda llenar el resto de la vida
Propia de uno
Que mira como el nombre de Yo por la ventana y ve el paisaje
Que murió también.
Quedan los brazos muertos del Carrizo que teclea su propia muerte
Como Él, pero una muerte
Sin entierro ni funeral
Porque dónde puede enterrarse ese cadáver si el propio suelo
Muerto yace en él mismo y muerto
Para ser incluido acá como naturaleza.
Entonces digo fingiendo que hablo vivo
Desde Yo
Que hay que inventarse una ciudad hecha igualmente
De amplios pendones pintados de montañas
Océanos de altas olas
Vacas que respiran de ojos saltones
Para darle un marco a Él que Yo invento o inventa
Porque sigo muerto como tantas flores
Y pedazos de cerdo o zaino
Luis Moreno Villamediana. Maracaibo, Venezuela, 1966. Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia. Hizo estudios doctorales de Literatura Comparada en Louisiana State University (EEUU). Ha publicado los libros de poesía Cantares digestos (1996), Manual para los días críticos (2001), En defensa del desgaste (2008), Eme sin tilde (2009) y Laphrase (2012); y el poemario infantil El edificio Fantasma (2015). Es profesor en la Universidad de los Andes (Mérida). El poema 15 fue remitido a la redacción de POESIA por el poeta Villamediana.