Un tiempo real

 

Alberto Cisnero

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Un libro puede ofrecer un lenguaje preciso que no sólo esté destinado a pregonar ideas o informaciones, puede ayudar a mantener un contacto social en la oscuridad, un territorio donde el lector se evada y al mismo tiempo, descubra un camino apartado de los juicios y del tiempo inmediato. En el ambiente inicuo y preferente de una página ese reino estaría compuesto por las limitaciones propias de lo que se elija recordar o escribir: Amamos porque somos pequeños/y buscamos la razón/que nos libere/ de tanta mansedumbre.

El texto logra aleccionar acerca de una de las verdades cardinales que atañen a la función de la literatura para cualquier lector: reconocer que cada vida posee cierta concordancia en relación con el destino del resto de sus semejantes. Y nos interroga acerca de qué clase de literatura es aquella que no está sometida en igual medida al deseo sensual de las palabras y a la fe en las palabras, dos puntos: De qué manera nombrar la fragilidad/ de los estados, los cuerpos,/ los roces./ Mediante esa estratagema, el lenguaje logra adoptar el ritmo y las figuras retóricas de la poesía; las palabras laten en cada lugar junto a su sombra, cambian de respiración con las estaciones del año y configuran abstracciones que se tornan símbolo. Leemos por ejemplo: (Aun así trazamos una línea sobre el papel/ para no resignarnos a la pobreza/ de sobrevivir sin darnos cuenta). 

Valeria Cervero adopta la forma breve en la mayoría de sus poemas, una forma contraria a la exposición sistemática. En la concisa suma que implica esta modalidad, se pasan por alto premisas y demostraciones para solamente ofrecer un resultado, una condensación que incrementa con detalles y anécdotas un pensamiento encarnado en actitudes vitales como la melancolía y la desesperación a las que confiere el grado de resistencia. ¿Fue posible amar o creer que se amaba? ¿Qué es lo deseado? ¿Qué se demanda en toda demanda de amor? En uno de los poemas podremos leer: una palabra para decir lo imposible/ o lo que solo podemos imaginar/ cuando estamos solos.

Los poemas que reúne el libro representan una profunda indagación en los estratos de la memoria colectiva, donde logran fundirse —sin solución de continuidad, de manera incómoda— la singularidad autobiográfica, la relación histórica del viaje y la política en el canon argentino, la transparencia literaria y la crónica familiar, temas que sabrán abordar en su profundidad los bachilleres, para su elucidación. Cada uno de los hechos expuestos existió, ocurrió en un tiempo real, y por ello han quedado fijados en las páginas que glosamos. Nos dice en un poema: la irrupción en mi memoria/ de ciertos momentos puntuales/ que surgen sin avisar/ pero que están escondidos siempre,/como pequeñas piedritas/ que sostienen todo un mundo.

Una madre o un hijo puede que sólo estén presentes en una página, pero se siente que uno los conoce o que hay más de ellos por conocer. Junto con ese silencio perturbador que crece detrás del texto, mientras el texto transcurre bajo una lírica cuya primordial función es contener la minucia cotidiana, las variables apariencias con que están compuestos los ritos y los sueños, que amenazan con aniquilar todo a su paso. Acaso lo único que los  hombres y mujeres de Seres pequeños tengan  en  común  sean  las historias. Cuando uno dice que dos personas, dos lectores, un autor o un lector, se conocen, traban conocimiento, expresa que han oído o se amparan en  las mismas historias. Cito: Como si todo/ un mundo no se cerrase/ sin cada gesto./ Como si la muerte alguna vez nos cobijara.

Seres pequeños hace visible también una marca generacional: la de haber sobrevivido a muchas promesas; y deja traslucir que un escritor no puede ser alguien carente de temperamento y carente de historia, alguien que desconozca las miserias del yo (¿Quién recuerda lo que se fue/ como si aún fuera de este mundo?). La premisa reside en permanecer en la propia empalizada, en la persuasión de estar diciendo una verdad y sin embargo no lograr su cometido, del mismo modo que (el cuerpo de la rama en el viento/ extraño/ niega y afirma/ la precariedad del mundo).

Quisiera concluir con un elogio: el presente es un libro díscolo, es decir, difícil, según nos informa la etimología.

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p o e m a s

 

 

Amamos porque somos pequeños
y buscamos la razón
que nos libere
de tanta mansedumbre.

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Me pregunto si sos
una suma de recuerdos,
de pasado sobre pasado de manera continua
hasta llegar al presente
como punta del iceberg de todo lo vivido
o si más bien sos
la irrupción en mi memoria
de ciertos momentos puntuales
que surgen sin avisar
pero que están escondidos siempre,
como pequeñas piedritas
que sostienen todo un mundo.

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Una palabra en la orilla del mundo
acercándonos a cientos de kilómetros
o como gesto tibio en la cercanía.
Una palabra para decir lo imposible
o lo que solo podemos imaginar
cuando estamos solos
en medio de tanto.
Una palabra para escribir lo que nunca
decimos en voz alta o dejamos
como gentileza de los ojos.
Una palabra para acercarse a la verdad
de lo que el otro es por nosotros.
Una palabra como forma de amor
mientras el día insiste en no decirnos.

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¿Dónde está la belleza en estos días de miedo?
¿Dónde queda el lado claro de la vida?
La estupidez se anuncia a cada paso como
la clave para ser quien marque
el futuro de los otros.
Un transitar sobre patines vendría bien
Para devolver ciertas gentilezas.
La nieve cae en otro lugar del mundo,
pero acá nos abrigamos
Y no podemos olvidar el invierno.
Aun así trazamos una línea sobre el papel
para no resignarnos a la pobreza
de sobrevivir sin darnos cuenta.

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Encontrar una marca
que permita decir la ausencia,
la voz, el cuerpo, el abrazo que ya
no son. Como si todo
un mundo no se cerrase
sin cada gesto.
Como si la muerte alguna vez nos cobijara.

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el cuerpo de la rama en el viento

extraño
niega y afirma
la precariedad del mundo

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Alberto Cisnero. La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1975. Ha publicado: El límite de la materia (Ediciones Ruinas Circulares, 2012), Tagsales (Encausto Edictores, 2013), Adiós y hasta pronto (Dio Fetente, 2013), El movimiento obrero granizado (Barnacle, 2014) y Robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes (Barnacle, 2015), Ajab (2016), Oquei, gracias (Barnacle, 2017) y Las casas (Barnacle, 2018).

La reseña y la selección de poemas del libro Seres pequeños (2018). Argentina: Hemisferio Derecho, estuvieron a cargo de Alberto Cisnero. Trabajo remitido a nuestra redacción por el autor para su publicación en Separata. La fotografía que ilustra la entrada es cortesía del portal web culturacolectiva.com

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