«Como editora estiro la mano, como lectora la cierro»

POESIA entrevista a María Antonieta Flores

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El Cautivo

el cautivo, así, con minúsculas sostenidas, es un grano de arena que se mueve a su propio tempo. Nace en 2004. Una época que tenía cierto sabor de cosecha y por eso volví a sembrar. Conocer y comunicar es algo que me acompaña desde la infancia. No solo me interesa leer y escribir, sino comunicar la experiencia.

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el cautivo es una revista digital de poesía. En aquella época no estaba generalizado el uso de las minúsculas como ahora, yo sigo la tradición de e.e. cummings porque la vinculo con la voz baja y la intimidad. Su título es un homenaje a El Quijote, pues soy muy afecta al Siglo de Oro y también al barroco, cuyo uno de sus tópicos primordiales era el tema del cautivo. Siempre lo vi en relación al encierro, pero algunos lectores amigos me han hecho ver el lado erótico: estar cautivado por algo, y sí, estoy cautivada por la poesía y es algo que siempre deseo compartir.

Es una publicación que acepta la presencia de otros discursos literarios, pero su norte es la poesía. Su frecuencia es irregular, algo visto con desconfianza en el ámbito de las publicaciones periódicas, una opción cuando se apuesta a largo plazo y en realidades como la nuestra en la que es casi imposible vivir de la escritura y hay que atender otros oficios en medio de una cotidianidad muy demandante. La irregularidad es una negociación con la perseverancia con compasión. Una estructura rígida hubiera ahogado a la publicación, no apuesto en ese terreno. Me gusta respirar.

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Como parte de esa libertad a la que me refiero, hay, por ejemplo, tres propuestas que aparecen de manera no fija: una que disfruto mucho, que es darle voz a los lectores para hacer una breve selección de la obra de algún poeta, lo he hecho con Cadenas, Rojas Guardia, Elizabeth Schön; la segunda, el poema destacado y la tercera, que es la más reciente, recopilar estados de Facebook de un mes y presentar una selección. Generalmente, las colaboraciones son solicitadas y nunca son remuneradas, así que la publicación ha permanecido realmente por la generosidad de todos y cada uno de los colaboradores. No se hacen convocatorias, como se estila hoy en día, pero no es un espacio totalmente cerrado ni elitesco, trata de ser plural.

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Una de las causas que motivó su creación, es que en esa época estaba teniendo un contacto vigoroso —para no usar robusto que es una palabra de moda en estos tiempos— con la poesía de muchos países, a través de la asistencia a festivales y encuentros de poesía, y quise contribuir un poco a fomentar el diálogo entre poetas nacionales y foráneos. Esa fue mi gran motivación. No quería eso solo para mí, —esos celos mezquinos que tanto daño hacen en la cultura y la vida—, quería compartirlo y que se conocieran algunas voces. En ese entonces no tenía claro que la difusión era una vocación en mí.

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El criterio

El criterio editorial no está definido racionalmente. Hay mucho de intuición y de descubrimiento en la elaboración de cada número, hay mucho de mi intuición como lectora.  La calidad es importante, por supuesto, y le doy prioridad a lo literario por encima de las agendas culturales e ideológicas. No es una publicación con causa ni dirigida a un determinado grupo. Confieso que lo considero un espacio íntimo e impregnado de cierta atmósfera sagrada, lo que, a veces, me impide hacer concesiones.

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Publico poesía, incluyo, en menor proporción, la reflexión sobre la canción popular y sus compositores y, de forma desigual, otros géneros: crónica, narrativa breve, bajo la premisa de que lo poético no se circunscribe a un espacio cerrado y delimitado de forma ortodoxa. En el cautivo se publicaron en primicia todos los textos que conforman Crónicas desde San Bernardino (2011) de Arturo Almandoz.

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Siglo XXI & la edición digital en Venezuela

En 2004, lo digital no estaba omnipresente como ahora; de hecho, la aparición de un nuevo número era reseñada en la prensa en papel, en El Universal y en el desaparecido diario El Globo. La publicación digital era vivida, en ese entonces y en muchos casos, como una amenaza por poner en riesgo los derechos de autor al margen del peso que tiene la edición en papel. Cuando solicité el ISNN se lo negaron, pero sí le dieron el depósito legal. En 2018, volví a insistir su obtención, pero también se lo negaron por otras razones. La opción de la Licencia Creative Commons es reciente. Así que anda sin cédula de identidad…

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Mi disposición hacia lo digital, probablemente, fue por cercanía. Dictaba la cátedra de Lengua y Comunicación en el Departamento de Informática del Instituto donde trabajaba y, también, influyó que en 2000 fui la primera editora de la revista digital Kalathos, un proyecto ambicioso creado y dirigido por Artemis Nader. Participé en todo el proceso de concepción y en los dos primeros números, si mal no recuerdo, y me quedó el gustico.

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el cautivo fue diseñando como una página web por dos de mis alumnos de aquella época, Leonardo Salas y Eini Trujillo, y tuve que aprender a montar los contenidos usando códigos y un programa poco amigable, algo mucho más complicado que ahora. Era 2004. Las redes sociales no tenían la presencia y hegemonía que tienen ahora y los blogs eran herramientas personales. Cuando la empresa que alojaba sus archivos cerró, tuve que comenzar de nuevo. En mi interior, sentí que, si abandonaba a el cautivo, me abandonaba a mí misma de alguna manera. Así comenzó su segunda etapa. Jorge Gómez Jiménez la diseñó en WordPress (los blogs habían evolucionado, era 2016) y quise que mantuviera vinculación con su diseño anterior porque siempre he visto con sospecha el afán de lo nuevo y de las actualizaciones. Desde 2018, el diseño de la cabecera es de Waleska Belisario.

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Decantarme por una publicación que se identificaba en especial con un género, la poesía, para mí, fue algo natural, mi alma se inclina por el poema.

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Pero ahora, mientras respondo, veo que en aquel momento la tendencia nacional eran las revistas literarias, un espectro más amplio, pero no estaba pensando de manera consciente en términos de mercado o de novedad o rareza. Simplemente, respondía a un impulso. Y el cautivo fue bien recibido. Ahora abundan las revistas dedicadas a la poesía, y, en ese sentido, el cautivo es un poco anacrónico porque sigo apostando al concepto del slow reading, a la brevedad, a la desestructuración y a la no saturación del lector. No me interesa abrumar al lector con contenidos, no me interesa la cantidad, quiero que se sienta cómodo, no presionado, que tenga ese espacio que te permite respirar el poema y quizás volver a él. Me imagino que eso decepciona a algunos lectores en esta época de consumo. No hago énfasis en la cantidad de visitas ni en otros aspectos cuantitativos. Los contenidos son los protagonistas.

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Estoy consciente que abordo todo este trabajo con actitud artesanal y siempre con timidez.

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Las tradiciones & la traducción

Nunca me propuse crear un espacio para la traducción, no por no apreciar su importancia, sino porque yo no empiezo con grandes ambiciones, comienzo desde abajo. Me perturba la actitud de lanzar un libro o una revista o una obra como algo superior y exclusivo de entrada —como la gran vaina, pues—, algo que se estila mucho en este tiempo de redes. Creo en el camino que se hace con trabajo sostenido. En aquella época, no había tanta visibilidad del oficio del traductor y yo conocía pocas personas dedicadas a él. Por esta razón, son muy pocas las traducciones, y se ha traducido más del italiano gracias a Erika Reginato y a Roberto Martínez Bachrich. Raramente solicito traducciones no porque no me interesen sino porque comprendo que muchas veces son parte de un trabajo. La última vez que solicité unos poemas, en este caso traducidos del chino, me quedé esperando los textos y, por supuesto, no insistí.

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El ensayo & la crítica

Me interesa ensayar, no solo por comunicar ideas sino para explorar un lenguaje en diálogo con el poema y conmigo misma, me importa esa tensión. Me he desprendido bastante del aparato propio de los textos académicos en la forma, aunque ese rigor es mi basamento, para explorar un lenguaje. La escritura poética y ensayística las he desarrollado en paralelo, pero el que solo tenga publicado un libro de ensayo y tenga varios libros engavetados no ha sido por mi voluntad, ha habido obstáculos externos, cierto manejo de poder. Además, en los últimos años, se han reducido, casi desaparecido, las posibilidades de edición en el país, y más para un género como el ensayo literario. Así que continúo, como es el caso de muchas escritoras, con mi obra ensayística dispersa, desde finales de los ochenta he publicado en prensa y en revistas de difusión y especializadas.

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Perspectivas del lenguaje de la poesía venezolana

Mi perspectiva es muy pobre, creo que el lenguaje poético tanto de las voces que permanecen en Venezuela como en las de quienes están afuera, ha tomado el camino de la sobrevivencia, en armonía con la vida de los que aquí y allá estamos. Sobrevivir es quizás una de las oportunidades de desarrollo invaluable, haces cualquier cosa para seguir respirando, y esa cualquier cosa puede ser tu perdición o tu salvación. Y te demuestra quién eres y lo que eres capaz de hacer o no hacer. Muchas de estas voces que han emigrado se fusionarán con sus nuevos entornos y no querrán recordar su origen, ya lo estamos viendo; otras, mantendrán su vínculo. Y en esta intersección, está la poesía venezolana.

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De que el discurso poético se está enriqueciendo, no me cabe duda como tampoco dudo de que el diálogo que se ha establecido con otras culturas de un modo ineludible —no como turistas sino como migrantes— está dejando su huella tanto en los que aquí permanecen como los de allá. Otro cosmopolitismo marca la poesía de este siglo no solo por la virtualidad sino porque los diálogos culturales son más inmersivos cuando emigras, la multiplicidad de paisajes y culturas que conviven aportan nuevas texturas y maneras de ver el mundo. Esta realidad se integra, no se opone, a la de los que se han quedado acá por las razones que sea. Todo esto cambia la realidad poética, sin duda.

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Si se supera el miedo a ser borrado o anulado por las circunstancias que nos han tocado —lo que puede lanzar a un desesperado afán por la pequeña y desvalida fama que puede alcanzar un poeta—, si se supera la fantasía de la novedad por la novedad, y se aguarda el juicio del tiempo, se podrá apreciar un lenguaje poético venezolano más consciente de la tradición y de la unidad a través de la diversidad de estilos que existen y siempre han existido. Vencerá a la percepción de algunos profetas del desastre, siempre han estado ahí, que menosprecian las obras que se están produciendo actualmente y desprecian el discurso lírico nacional.

 

Del presente es de lo que podemos dar cuenta, pero el presente es posible por los acontecimientos que lo anteceden, por la tradición, algo que respeto mucho y que es, en fin, la que permite las rupturas que luego se convierten en tradición.

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El Cautivo ¿Una influencia?

Seguramente, sí. No es algo en lo que me he detenido, así que agradezco la pregunta, para usar un lugar común. Cada número es una vivencia distinta que sirve de sedimento al siguiente. Si bien cuando edito los números de el cautivo, estoy también pensando en los lectores y en sus intereses, practico una lectura diferente a la íntima y personal, es una acción que dilata mi mundo interior y cada número me deja un aprendizaje, Descubrir las percepciones de los lectores a través de los comentarios y las estadísticas no deja de ser emocionante y edificante.

 

Como editora estiro la mano, como lectora la cierro.

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M.

María Antonieta Flores. Caracas, 1960. Poeta. Magister en Literatura Latinoamericana. Ha publicado quince libros de poesía, entre ellos: El señor de la muralla (1991), Los trabajos interminables (1998), índigo (Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana 2001), la voz de mis hermanas (2005, 2022), las conductas discretas (2020), los gozos del sueño (2021). En ensayo, Sophia y mythos de la pasión amorosa (1997, Premio Municipal de Literatura «Rafael Angel Insausti» mención Ensayo 1996). Premio de Ensayo Literario de la IV Bienal de Literatura Mariano Picón Salas 1997 con Espiral sonora. Lectura de Ida Gramcko. Recibió el Honor prizes (for complete work) Naji Naaman’s Literary Prizes (Líbano), en 2016; y el Botón FILUC 2022. Traducida a seis idiomas, su poesía está incluida en más de veinte antologías nacionales e internacionales.

La obra que ilustra esta publicación fue realizada por la artista venezolana Oriana Inagas

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