En las praderas del fin del mundo

Andrea Cote

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Desierto rumor

 

Cada ciudad recibe su forma del desierto al que se opone.

Italo Calvino

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Padre, madre
, ya tengo el peso de un hombre.
Aquí es el puerto del primer día,
no escojan alimento para mí,
no vigilen mis pasos,
ya he desembarcado en mí,
……….soy solo.

Denme una hoja de eucalipto para el viaje,
un impreciso pronóstico del tiempo
la brújula quebrada que sólo marca norte,
un mendrugo de pan.

Desmantelen la habitación en que crecí́,
abran fuego en la noche con mis mantas,
otórguenme el don del despojo.
De ser posible,
un momentáneo olvido.

Dispuesto estoy para partir.
No ostento
otro peso que el nombre.

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Raíz

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………Estoy de acuerdo con ellos,
es mejor que no vayas.

Rumbo adentro,
allá en lo yermo,
te espera un valle sembrado de murmullos.

Allí lo negro recrudece negro
y la noche es lo que cruje
al compás de todos los sonidos menos uno:
agua.

Atiende, soy padre,
raíz añeja y testadura,
de esas que se aferran al cemento
y a la costra reseca de otros árboles.
No vayas.

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Tormenta

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………Ni la estepa, ni el baldío,
ni el alud de viento que se agranda en la espesura
………son labor del despojo.

Hay vacío aquí
pero nada de esto
lo ha perdido el hombre.

En sus pardas lejanías
el desierto es manso.

Y ahora, como antes, mis paisajes,
poderosos tumultos de lo derribado,
son la garra de lo vivo.

La farragosa neblina
alcanza mi ventana,
el desierto se revuelve sobre sí

enorme y pedregoso,
pero mínimo.

El avizor rugido de tormenta
es calma,
pues todo el mundo sabe
que hay pavor en el silencio.

Por la mañana cosechamos luz,
accidentales beduinos en las noches
contra el frío vertemos
cántaros de resplandor petrificado.

Y no tenemos más preguntas
para la esperanza
que la que eleva el desierto
cuando recrudece
en el árbol solitario.

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En las praderas del fin del mundo

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Los que hablan de cosechas,
como de lánguidas apariciones,
entre torres de polvo y bruma
distinguen maizales de fuego.

Entre saguaros erguidos,
que al azul saludan como hermanos,
extienden su feroz quejido
que pide al desierto que no los vea.

Las recámaras de cielo desecado,
templado por ceniza y cal,
invocan el amparo del árbol
cuya savia es una roca dura.

En las praderas del fin del mundo,
de las láminas ajadas de los cuerpos,
se desclavan, una a una, las partículas de polvo
que engulle el viejo sol, único dios íntegro.

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Visión

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…………Casi todo era escombros,
árboles enanos,
piedra que nació quebrada
como si este fuera
el predio en que arrojaron
la pedriza que sobró después de hacer el mundo.

Esqueletos de barcos y ballenas
soplando en el costado de todo lo que vive.

De este lado, madre,
no envío misivas que incluyan mi apellido,
—no lo preciso—
me he hecho uno con él,
y los que tienen temor de pronunciarlo me llaman “aquel”,
uno cuyo nombre es su rostro.

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Noticias del abismo

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Madre, padre,
al cruzar la espesura de vacío
queda una cumbre,
hasta allí he subido
para traerles noticias del abismo.

Abran el pórtico,
díganle a ella que en la verja me reciba,
y trozo a trozo me desprenda de las botas el rastro de cantera,
el polvo de animales muertos
que sin querer he arrastrado hasta su casa.

Traigo noticias del abismo
acéptenme el don de lejanía,
la malherida pureza de esta ofrenda,
el racimo en que perviven
las negras raíces
de todos los arboles
que faltan en el mundo.

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A.

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Andrea Cote es autora de los libros de poemas: Puerto Calcinado (2003), Cosas Frágiles (2008), La Ruina que Nombro (2015), En las praderas del fin del mundo (2019) y del libro objeto Chinatown a toda hora. Ha publicado además los libros en prosa: Una fotógrafa al desnudo: biografía de Tina Modotti (2005) y Blanca Varela o la escritura de la soledad (2004). Compiló la Antología de Mujeres poetas colombianas Pájaros de Sombra (2019). Es doctora en literatura hispanoamericana en la Universidad de Pennsylvania. Ha obtenido los reconocimientos: Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia en el año 2003, Premio Internacional de Poesía Puentes de Struga (2005), Premio Cittá de Castrovillari Prize (2010) a Porto in Cenere, versión italiana de Puerto Calcinado y International Latino Book Award, 2020 a la mejor antología poética. En 2015 apareció la versión francesa de Puerto Calcinado; otros textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, catalán, italiano, portugués, macedonio, árabe, polaco, griego, ruso y chino. Tradujo al español a los poetas Jericho Brown, Khalis Gibrán y Tracy K. Smith. Es profesora de poesía de la maestría bilingüe en escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso.

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La imagen que ilustra esta publicación es el detalle de una obra realizada por el artista venezolano José Manuel Ávila

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