LogoBannerPOESIABLANCO
  • Portada
  • Poesía
  • Separata
  • El Cuervo
  • Encuentro
  • Revista
    • Historia
    • Editorial
  • Autores
  • Equipo
  • Contacto

Los hilos subterráneos

31 octubre, 2020Víctor Manuel Pinto

Alejandro Sebastiani Verlezza

ζ

.

Mínima migración de encuadres

anotaciones sobre Los hilos subterráneos (2020), de Alejandro Sebastiani Verlezza

 

:

La premisa de este libro es ser su hechura.

Quiero decir, no una desembocadura ontológica
presentada en flujo al lector, sino el retajo como hechura.

Su rastreo de materias orgánicas lo hacen la cimentación
nominal de una coordenada de lecturas y experiencias.

Este libro dispone, en ejercicios íntimos, su umbral:
«me dio por soltarle las fechas a mi diario del año 2011»,

expone Alejandro Sebastiani Verlezza en la nota de entrada,
y anexa que se trata de una «rapsódica confluencia» como «foto carnet».

Es decir: ¿un diario retratado en verso y prosa?
La verdad es que la pulsión de las formas aquí busca

decodificar una poética subyacente.

Esta proporciona diferentes tipos de conexiones
con trabajos anteriores de Alejandro Sebastiani Verlezza,

en los que el ejercicio de la poesía aparece
como migración de soporte, sujeto y lenguaje:

Posdatas (2011), Canción de la encrucijada (2016), Partir (2018),
a los que se suma el diario Derivas (2013), y, también,

sus obras como artista visual.

Los poemas en prosa de Posdatas (2011), cuyas letras minúsculas
se van descomponiendo en artefactos sonoros en verso

mayormente trabajados en los dos siguientes volúmenes,
solidifican la aparición intermedia de un testimonio

de lecturas e imágenes.

Todo esto, de alguna manera, pasa a ser comprimido
desde un registro formal de contenido y estructura en una reescritura.

Así, la reconstrucción, la intervención y la transfiguración de ese diario,
anterior incluso al publicado en el año 2013,

crean una idea de desestabilización.

Es como si cada uno de esos textos antecesores
hicieran una contribución de miradas posibles,

como si, acaso, la «foto carnet» fuera un gran recorte,
un collage de procedimientos.

La mixtura sería la gran síntesis de Los hilos subterráneos (2018),
esta no solo convive en el juego de transposición genérica,

sino también en las capas referenciales:
el poema como encuadramiento cinematográfico,

el poema como reciclaje de materias verbales,
el poema como arquitectura urbana,

el poema como figuración continua de la noción de taller,
por la que atraviesan distintas citas, nombres y poéticas infiltradas,

como las de Octavio Armand, Vicente Gerbasi,
Igor Barreto, Alfredo Silva Estrada, entre otros.

Estas poéticas infiltradas ordenan los versos
como grietas resonantes

y los trazos en prosa como marcos escenificados
(entre paréntesis).

Habría que ir, en definitiva, al libro Superficies (1980),
de Octavio Armand, para observar cómo los paréntesis

son presentados aquí en hilos, incluso en su autorreflexión continua,
ya no desde el ensayo, ya no desde la poesía,

ya no desde el diario, sino un todo a través
de ese cúmulo en aras de una «foto carnet».

Llamaría a esto el efecto de una identidad elidida
en fragmentos traídos del español, del inglés y del italiano

como raíz perdida.

Una raíz de autotraducciones como ludismos lingüísticos
(véase el ejemplo en la muestra de la vita di Aldo Boldini),

de (mínimas migraciones) y de residuos que se numeran
a través de meses, canciones y libros;

una vida en tránsito donde lo literario se refunde
en una ciudad borroneada de violencia.

El poema-foto sale a retratar(se) en su proyecto:
un diario en verso que parece, a ratos, un soliloquio propagado

de citas y anotaciones, un soliloquio de escrituras
en reordenamiento.

Es, efectivamente, el reordenamiento lo que revela su lente de lectura:
orden de una onomatopéyica oralidad que aparece y se esfuma

entre anécdotas mezcladas por distintos tramos,
como si por un lado estuviéramos leyendo la experiencia de un día,

y por el otro su traducción poética,
comportándose como fundamentos de un mismo cuadro.

En el fondo, el diario calca el paisaje similar a una sutura:
«a veces encuentro paisajes agradables, como para perderse un rato en ellos,

autopistas, caminos sutiles, llenos de escaleras,
pero suena el teléfono una y otra vez».

El poema se dice a sí mismo: «conversacional»
en la coreada identificación de ese paisaje en movilidad:

la ciudad Universitaria, el Guaire, Sabana Grande,
cada locación hurga la visión del soliloquio:

«tengo tiempo queriendo atraparla / es la multiplicidad de los lugares / por aquí siempre viene un Solo / ensimismado».

El diario es la plástica de la hechura en otros: «la leve intuición / (en algo se parecen al collage) / estar ante la superficie / triza sobre triza»,

en tanto que la poesía su realidad sonora: «yo solo quiero / mezclar todas estas voces / sus conversaciones / sonidos volátiles / culos sobre sillas / interjecciones / todo en un solo centelleo / varias voces cabalgando sobre mi línea».

La selección que propongo en esta muestra, encara
cada una de estas posibilidades,

fluctuando una mixtura a ser explorada
como un rasgo de la poesía venezolana actual.

 

Jesús Montoya, São Carlos, octubre de 2020

:

:

______________________________

§

enero–navegas hacia dentro

(fragmentos)

 

la calle amanece sucia
y esta melancólica luz
ahora me atraviesa
mientras manejo
aparece un mendigo
taaan cansado
arrastra su pesado saco
lleno de metales sonoros
ahí va
–duro daimon–
buscando sobras en la resaca del basurero

él pudo haber brotado de las piedras
o los escombros

él
impregnado de humo y escamas
apenas va con su cuerpo y su sombra

como si nada

:

:

 

*

(ir por los días como el verso aquel de Cadenas: «arder fuera del camino»)

:

:

*

a la manera de Ricardo Reis:

 

voy, paso y nada más, me cuelo por las cuatro esquinas y hago girar cada mota de polvo, los molinos, los trapos que veo en los balcones bailotear con buena y descarada libertad

:

:

*

unos cinco
o seis perros
tirados en el piso
apenas están
miran a la gente
y se quedan prendados en la divina quietud

como si más no necesitaran

y al fondo reverbera
el paisaje sentimental
la ciudad rota
levanta su amenazante telón de smog

y olvido
a punto de disolverse
en el infinito rumor
que todo lo devora
(es el amanecer)

:

:

*

(la ciudad universitaria navega entre grietas y abismos, con el aullido del Guaire siempre muy cerca: creces, río, río mío, te abres paso, así no haya respiraderos y yo tenga que huirte, la perra triste –la mía– aúlla y de pronto entre las tibias columnas de smog oigo que alguien canta y canta)

 

(conversacional)

 

esta botella de agua
blanca y bailante
justo ahora
por los bamboleos de la mesa
el techo alto del cafetín
hace que las voces
formen un coro sin dirección
pero trato de diferenciar cada sonido
la muchacha solo asiente
dos amigos
conversan sobre algo que no entreveo
el frío se propaga
–son casi las ocho pm y parece un clima de madrugada–
merodeo por estos espacios vacíos
muy solos
la máquina de fondo
el rugido me va rodeando
–seguro va rumbo al estadio–
y doy con la atmósfera
tengo tiempo queriendo atraparla
es la multiplicidad de los lugares
por aquí siempre viene un Solo
ensimismado
lee sin parar
casi ni parpadea
no se inmuta por los ruidos
envidio su concentración
sus libros
muy gordos
y llenos de marcas
(rayones, garabatos, dibujos)
suele llevarlos bastante adelantados
del tiempo que tengo rondando por aquí
es la persona –o el personaje– más persistente
–lo que llaman un habituè–
yo solo quiero
mezclar todas estas voces
sus conversaciones
sonidos volátiles
culos sobre sillas
interjecciones
todo en un solo centelleo
varias voces cabalgando sobre mi línea
fraseos saltantes
risotadas
gestos
susurros
pasos
afuera
afuera los pájaros
–tantas conexiones secretas–
dan vueltas sobre los árboles
evitan el ciego pisotón

y mis perros merodean
la basura de los cafetines
muertos de frío
van y se deslizan
sobre los corredores apagados
el saxofonista
–maleta abierta
billetes y monedas regadas–
parafrasea a los Beatles
y después se monta sobre otro compás
muy raro
que se propaga hacia el oído
(if a said /if a said /if a said)
de quién será eso
«no sé»
me parece haberlo escuchado
en la radio
déjame ver y busco entre los discos
pero vámonos
es tarde
falta poco para la película
la cola seguro ya bajó
y el Metro debe estar suave
un trago después
–«puede ser»–
en aquel bar medio escondido
cerca del boulevard
ahí podemos
hablar largo
amor
siempre el mismo disco
y no aburre
parece que los días se disparan rápido

¿y tú duermes hoy?

:

:

:

:

febrero–so bluesy

(fragmentos)

 

los diarios
casi siempre
son grata compañía
nada piden
apenas están ahí
a la espera del fragmento que sacie
el fogonazo
la leve intuición

(en algo se parecen al collage)

estar ante la superficie
triza sobre triza
estar ante varias extrañezas
escombros

(la posibilidad de irlos levantando
encontrar los hilos del móvil
que planea como un Calder
o un penetrable de Soto en mi retina)

y moverse
moverse entre ellos

jubilosamente

solo esa simple dicha

:

:

*

(él pudo haber sido pintor, escritor, músico, arquitecto, sobre todo transportador de guijarros, dado su movimiento espontáneo entre las lenguas, pero su gusto por la nada lo confinó en una tienda de objetos antiguos, a juzgar por la geografía de su rostro; para evadir las horas muertas, con morosidad, iba pegando en su pared recortes de revistas, estampillas, calcomanías, trozos de tarjetas, etiquetas; había personas que lo visitaban solamente para ver sus avances ante el muro, trataban de encontrar los hilos subterráneos; silencioso ante cualquier especulación, los fragmentos podían hablar solos, encaminarse hacia donde mejor le pareciera; cuando alguien lo hacía vacilar con demasiadas preguntas, apenas soltaba una sonrisa cortés, quizá burlona, esquivaba y esquivaba, aún debe andar en eso)

:

:

*

(últimamente he conocido a varios alumnos de Eleazar León: con dos de ellos me encontré por casualidad, ayer, en Sabana Grande; el bar es un libro abierto, decía el poeta, ahora léelo, pues; les comenté que coincidí con él, hace muchísimo tiempo, en la Solano, ni siquiera sabía que era Eleazar León y eso fue lo mejor de todo; calmo, quizá hacía contrapeso a la euforia de los poetas que compartían la mesa, yo solo escuchaba; al final de la reunión, apunté su teléfono y me invitó a su casa, pero nunca fui, ni lo llamé; el último recuerdo: caminaba hacia su edificio, medio paloteado, agarrado de Malena)

:

:

:

:

 

marzo–i sensi, sempre i sensi

(fragmentos)

(me inclino por explorar los instantes de esa otra vida, la interior, quisiera simplemente adentrarme en lo que Gerbasi llamó «documento de los sentidos») (i sensi, i sensi, sempre i sensi)

:

:

*

la noche
muy callada
apenas percibo el zumbido
y el sueño se me espantó
quizá llueva
vuelan los ruidos
las risas
y los corneteos
los taladros
y tantas voces salen del televisor
(los ritmos se fugan
el tam-tam de mi locura)

:

:

*

(noche fría, amanecí aturdido, demasiado vino y ando con una sensación de extrañeza encima, un desacomodo y una distancia que me tiene sobre la cresta de la risa, como si estuviera deslizándome en la pátina que se levanta ante mis ojos y surca la llamarada de los alcoholes)

:

(callejeos)

la fachada
alta y rocosa
revuelta por el frío
tiene pegados afiches de conciertos
pancartas
avisos de clases particulares
reparación de planchas
lavadoras
máquinas de coser
búsqueda de tornillos
pastillas para dormir
masajes
acupuntura
hipnosis a domicilio
los papeles
están superpuestos
bañados en spray
(algunos pedazos despegados)
el viento los va sacudiendo
como pasa con el resto del penetrable
y se le suelta una punta
amarilla
va dando tumbos en el aire
cae sobre un charco
transparente
casi verdoso

la pisada
y el instante de abrir la puerta
marcan la difuminación
(así se coló tu melodía)
eran quizá las siete de la mañana
adentro la fiesta seguía

(para tapar
la soledad)

salió un tipo
tenía una carreta
encendió un larguísimo
y espeso cigarro

…….cofcof
…….hacía
…….cof
…….cofcof
…….coafffzc

:

:

*

(estampita)

estaba en el parque –era el día anterior a la demolición– y caía la tarde y la luz lograba colarse entre los árboles y el viento hacía que las hojas se arrastraran por el piso con parsimonia: está dejando de ser día y la noche comenzó su lenta llegada y la luz parecía descomponerse en cientos de estelas y el cielo iba cambiando lentamente de color: anaranjado, rojo, morado, negro, ya.

:

:

:

:

abril–travelling

(fragmentos)

(casi al mediodía)

quería disipar los tragos
comprar agua
jugos
cachitos
y ver si encontraba el periódico
pero me distrajeron las maletas
eran enormes
y estaban tiradas al pie de un árbol
me pongo a revisarlas
y encuentro montones de postales
cartas
sobres con direcciones
estampillas
–Estados Unidos Alemania–
billetes de mil antiguas libras italianas
planos de ciudades
tarjetas de museos
boletos de avión
todos pertenecientes
a una tal señora Weffer

vi dos de sus carnets universitarios
en uno se veía muy joven
casi niña
inocente
y en el otro
cargaba un gesto quizá más grave
tal vez cierto dejo melancólico

cómo la gente
puede lanzar
su pasado a la basura
pero quizá ella no hizo nada
¿y si estuve ante el residuo
de alguna mudanza
esas cajas que nadie
sabe si guardar o no?

todos estos «desechos» servirán para mis collages
en medio de la revisión que hice
–cuatro grupos: basura, postales, cartas, fragmentos–

pensé que también se produjo
el encuentro con lo disperso
casi disuelto y caótico de cierta vida

y ahora
todo presto para percibirse
cientos de relatos soterrados
solo hay que relacionar las cartas
armar las secuencias de los viajes
sí
así parece
surcos que se abren
cuando voy más volado
de hecho
días atrás
conseguí por ahí mismo
las páginas de una novela
pensé que podían ser de Victoria

en un arranqué
–imaginé–
las quiso lanzar por su ventana

pero no
me dije
nunca ella haría eso

:

:

*

(estuve en casa de Armando, por varios años hemos tenido un diálogo sostenido y enriquecedor, él escucha; cada encuentro, siempre, deja un estímulo, algo queda para seguir conversando; años atrás, yo no pensaba entrar en su taller, pero lo hice gracias a D, él fue quien me insistió para que lo hiciera y se lo agradezco; antes, solamente conocía a Armando por sus libros, salvo un breve intercambio en Mérida; desde entonces siempre me lee con atención, lo mismo hace con mis compañeros, incluso, se preocupa por el estado de salud física y psíquica de cada uno y suele dar brillantes consejos; esa vez en Mérida, hace mucho tiempo, nos habíamos tropezado, quedó pendiente conversar en Caracas, pero nunca lo llamé, de modo que el camino de la amistad con Armando se abonó con mi entrada a su taller; conversamos y en eso pude aclarar ciertas zonas de su escritura para mí algo oscuras: días atrás, por ejempló, me contó que El dios de la intemperie había nacido precisamente de unos diarios que estuvo escribiendo en los años 70, Gustavo Guerrero le sugirió que en medio de aquellas páginas había un libro; vuelvo sobre su ensayo y es como si no lo hubiese leído, tengo esa lectura en blanco, salvo algunos subrayados a los que suelo volver: «la lucidez y la locura son las dos caras de la misma relampagueante moneda»; es evidente que Armando no se limita a un ensayo meramente conceptual, reflexiona desde su propia experiencia y hace de la escritura confesión con resonancias líricas, busca al tú sonoro, lo hace resonar y expandirse)

:

:

:

:

:

junio–élan

(fragmentos)

:

(rutas, experimentos)

agarré poemas de Alexander Blok, elegí los pasajes que más me gustaron y los recompuse con enmiendas, muchas enmiendas; modifiqué la puntuación, dibujé nuevos párrafos, corté y corté, ensamblé, deshice, como si estuviera haciendo un collage; elegí los pasajes que más me tocaron, recombiné, traté de componer estrofas medianamente uniformes en su tono y sentido; así, entre cortes, junturas y nuevos puentes fue saliendo «mi» melancólica y momentánea expresión; traté de unir los fragmentos, lo más parecido a mover el cemento y dejarlo bien preparado, algo semejante hice con La isla en peso y algunos poemas de Elizabeth Schön y después trituré todo el ejercicio y me fui a caminar; que todo puede ser desarmado y vuelto a levantar desde su ceniza, en ese movimiento, muchas veces inconcluso, dominan desconcertantes sensaciones; los «resultados», cuando los hay, suelen ser insospechables; mi mapa sentimental de la ciudad queda reducido; polvo y taladros, pedazos de universidad y calles que voy recogiendo, lo demás es imaginación y recuerdo; o nada, simple nada, solamente la espera de un azar capaz de reconciliarme con ciertas veredas

:

:

*

(nacimiento de Aldo Boldini)

:

:

:

:

julio–poiesis

(fragmento)

:

los recursos «ingenuos» de Ponge (dice él): la mirada atenta, el deseo de regresar a las cosas, ponerse de su parte, quedarse en ellas, en sí mismas, con sus historias secretas y contornos, la sensación de captar la magia de un instante que podría «perderse», dice Silva Estrada, «esta suerte de fenomenología poética implica una ascesis, un poner entre paréntesis, al menos provisionalmente, al contemplador y sus semejantes»; así Ponge se detiene en una concha, la historia que sugiere la puerta, el cigarrillo, los musgos y los moluscos, los pescadores, los balcones y las razones para escribir o vivir feliz; la red tramada ante las cosas, pasadas por el filtro del ojo, va captando y a la vez transmutando; detenerse, volver a mirar primero en sí misma la mesa –tambaleante– donde escribo: redonda, amarilla, magullada, ha soportado el peso/paso de brazos estancados, ceniceros, pinceles, brochas, martillazos; sobre ella murmuro la perplejidad que intenta quitarle la veladura a las cosas por un minimísimo instante,

día plomizo, denso, sin cantos de pájaros, gorjeos; algunos corneteos de fondo, ciertas voces se cuelan y un jazz bastante sabroso suena en la radio –«creole love call»– y me creo que la vida suele ser así, como un largo jamming de tonos a veces rapidísimos y otros, a veces, más pausados, lentos

(jamear, vivir como quien jamea)

:

:

:

:

agosto–cámara en mano

(fragmento)

 

la mirada modifica las cosas, queda sacarlas de su red, hacer que sean en otro lugar, abismarse en su presencia, dejarlas hablar solas y contemplar –intentarlo– sin la consciencia de estar ante lo contemplado, que el ojo sea inundado por las columnas de agua y los relámpagos (lluvia suave, empinada), los contornos del ojo, el balcón, los edificios cuarteados que están de fondo y crean la perspectiva de los sonidos centelleando de un lugar a otro, tuercas rodando por alcantarillas, gatos salvajes, disparos, suspender las mediaciones entre la mirada y las cosas, el lenguaje y la percepción, lo expresado y el alcance de los sentidos, cuando lo que inunda es una verdadera y centelleante intuición se abren los resquicios en el paisaje y lo que emerge está guiado por impulsos avasallantes, palpita, la repetición y la linealidad estallan

:

:

:

:

septiembre–vita

(fragmentos)

:

(epifanía)

la ley natural de las ráfagas
nunca me habló del sueño

basta una gota de tu confín

:

:

*

(don)
(reprise)

don
don
tanto impides
si la paz
y la pólvora
arrancan mi dulzura
tus piedras
revientan
revientan la bandada
mientras
tu paisaje
cruzo

don
ay
suenas

¿serás
solo la dádiva?

¿qué me quitarás?

:

:

 

vita di Aldo Boldini/vida de Aldo Boldini[1]

 un fischio mi chiama e si perde nel mare.
un silbido me llama y se pierde en el mar.

un dio che si spacca in mille bicchieri abita nel bar del nostro sogno disperso anche in mille strade.
un solo dios que se rompe en mil vasos vive en el bar de nuestro sueño disperso también en mil calles.

sei un pensiero aereo, sei niente, sei l’ Essere contro il voluminoso muro.
eres un pensamiento aéreo, eres nada, eres el Ser contra el gran muro.

tradurre l’esiguo fuoco delle tavole quando parlavano.
traducir el exiguo fuego de las mesas cuando conversaban.

vedo subito alqune strane voci: allontanati, follia!
veo rápido algunas voces extrañas: ¡aléjate, locura!

l’attenzione porta in se stessa una gioia.
la atención lleva, en sí misma, una alegría.

la dialettica tra padre e figlio non sempre accade nel silenzio.
la dialéctica entre el padre y el hijo no siempre ocurre en el silencio.

l’importante é la comunicazione delle anime attraverso i corpi.
lo importante es la comunicación de las almas a través de los cuerpos.

lingua leggera, vai bene per il mondo, ti manca soltanto il desiderio.
lengua ligera, bien andas por el mundo, te hace falta solo el deseo.

 a una passante:
«vai, vai via con il vento: urla con lui».

a una que pasa:
«ve, ve con el viento: grita con él».

 

________

[1] La vida de Boldini, dicha por él mismo, es más o menos la siguiente: nacido en Giuliano Teatino, provincia de Chieti, Pescara, el 30 de junio de 1944, pastor, arreador, mecánico, fumador, caminante, temperamen­to emotivo, introspectivo, lírico natural (sí: lírico natural), tuvo una espo­sa, dos hijos y una vida que no se conoce todavía con claridad (¿se puede conocer el misterio de una vida «con claridad»?); sus padres murieron en Giuliano Teatino, algunos de sus tíos están vivos, viven ahí mismo; muy pequeño, a mediados de los cincuenta, Boldini salió de Italia con su familia, rumbo a Venezuela, vivió muchos años en Caracas; retornó definitivamente a su paese en el 2006, su hermano lo hizo en el 2018, aunque considera de cuando en cuando volver a Caracas; entre otras canciones, dichos y alusiones, algunos dialectales, estos textos –me los está dictando Boldini en italiano y yo los llevo al español– provienen de un libro suyo que aún está haciéndose, pero tampoco le disgusta –sos-tiene– ofrecer este avance; él mismo me ha pedido un título provisional, le he sugerido Osservazioni, frammenti, aforismi di Aldo Boldini, aunque sé que preferiría Osservazioni, frammenti, aforismi di Aldo Boldini scritti e anche tradotti allo spagnolo da Alejandro Sebastiani Verlezza; ya se verá, por lo pronto vaya el avance para el umbral final de este libro (a).

:

:

:

:

 

Alejandro Sebastiani Verlezza. Caracas, 1982. Poeta con incursiones en las artes visuales. Profesor en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado en poesía: Posdatas (El pez soluble, 2011), Canción de la encrucijada (Eclepsidra, 2016), Partir (OT Editores, 2018), Los hilos subterráneos (Eclepsidra, 2020) y el diario Derivas (bid & co, 2013). Aparece en las siguientes compilaciones: Voces nuevas 2005-2006 (Celarg, narrativa), Voces nuevas  2006-2007 (Celarg, ensayo), 102 Poetas. Jamming (OT Editores, 2014), Tiempos grotescos (UNAM, México, 2015), Nuevo país de las letras (Banesco, 2016) y Nubes (Pre-Textos, 2019). Preparó la antología Del fluir de Santos López (Kalathos, 2016) y de Armando Rojas Guardia  La otra locura (bid & co, 2017). Con Adalber Salas Hernández editó Tramas cruzadas, destinos comunes (Común Presencia, Bogotá, 2013) y Destinos portátiles (Vallejo&Company, Lima, 2013).  Licenciado en Comunicación Social (USM, 2005) y en Letras (UCV, 2012), cursó el diplomado en Estudios Liberales en la Universidad del Valle San Francisco y participó en la IV edición de la Semana de la Narrativa Urbana (2009). Tesista en la Maestría en Estudios Literarios de la UCV, ha participado en las siguientes muestras colectivas: Ciudad volátil, arquitecturas transitivas de la vanguardia caraqueña (La Caja, 2009), Confluencias (Galería Universitaria, UCV, 2012), Reflejos vagabundos (Librería El Buscón, 2013), Caracas horizontal (2013), Manifiesto país (Sala Mendoza, 2014) y Fragmentos a su imán (Sala Mendoza, 2019). Los textos presentados en esta selección pertenecen al libro Los hilos subterráneos (2020), publicado por la Editorial Eclepsidra.

La imagen que ilustra este post fue realizada por el artista venezolano Jhonnatan Suárez
Etiquetas: Alejandro Sebastiani Verlezza, Eclepsidra, Jesús Montoya, Jhonnatan Suárez, Los hilos subterráneos, Poesia, Poesía venezolana, Selección, Venezuela
Publicación anterior Mery Yolanda Sánchez Siguiente publicación Jardín transparente

Entradas relacionadas

Libro 3

11 diciembre, 2016Víctor Manuel Pinto

«El poema es el rastro de un estado de conciencia»

5 mayo, 2016revistapoesiauc

Cartas de Sylvia Plath

3 julio, 2016Víctor Manuel Pinto

Búsquedas

Destacados

  • RropasRropas 11 enero, 2021
  • Topografía del desahucioTopografía del desahucio 11 enero, 2021
  • sonarsonar 11 enero, 2021

Etiquetas

Alemania Apuntes Archivo Argentina Brasil Buenos Aires Poetry Chile Colombia Crítica César Panza Ecuador EE. UU. El Cuervo Ensayo Entrevista España Estados Unidos Francia Inédito inéditos Jesús Montoya Muestra poética México Néstor Mendoza Perú Poemas poemas inéditos Poesia Poesia chilena Poesia colombiana Poesía argentina Poesía brasileña Poesía ecuatoriana Poesía francesa Poesía mexicana Poesía norteamericana Poesía peruana Poesía uruguaya Poesía venezolana Reynaldo Pérez Só Selección Separata Traducción Uruguay Venezuela
Revista POESIA

Artes Literarias. Dirección Central de Cultura. Universidad de Carabobo. Campus Bárbula, Venezuela.
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Más información